EL ESTUDIO CIENTÍFICO DE LA POLÍTICA: EUROPA PRIMERO, LUEGO ESTADOS UNIDOS

sábado, 26 de noviembre de 2011

La ciencia política empírica moderna es predominante tanto en las universidades americanas como europeas.

Por Israel Isaac Sánchez Ruiz
isaac77710@hotmail.com

Destruyendo un mito. El británico Bernard Crick dijo, allá por 1959, que el movimiento conductual en la ciencia política estadounidense y en particular la Escuela de Chicago fueron los que condujeron a la ciencia política por el dorado camino del cientificismo. Pero esta afirmación no es correcta. Porque la ciencia política (CP) norteamericana no descubrió la rueda ni mucho menos la pólvora en lo que respecta al estudio científico de los fenómenos políticos.

La CP americana continuó con la CP europea.La disciplina en Estados Unidos de América creció, desarrolló, mejoró. Sin embargo, ella no la inventó.

Coincido con la apreciación del científico político norteamericano Gabriel Almond[1], quien señala:“Es un mito la contraposición de un enfoque europeo y otro estadounidense en torno al problema de la orientación humanista versus la científica. El desarrollo de las ciencias sociales y la ciencia política en Estados Unidos de América muestra una clara continuidad con sus antecedentes europeos”[2].

 Almond señala que el desarrollo de las ciencias sociales y la ciencia política en Estados Unidos de América muestra una clara continuidad con sus antecedentes europeos.
Para ello, Gabo Almond expone cinco ejemplos históricos[3]:

a)   Hay que leer la correspondencia de Tocqueville –francés– para apreciar cuán cerca estuvo aquel brillante intérprete de la democracia norteamericana –un siglo antes de que naciera la escuela de Chicago– de realizar una encuesta de opinión con ocasión de sus viajes por el país.

Al conversar con el capitán de un buque de vapor del río Misisipí, granjeros de tierra adentro, comensales en cenas elegantes por la Costa Este y funcionarios en Washington DC buscaba obtener una muestra de la población estadounidense.

b)    Karl Marx elaboró un cuestionario de seis páginas con el fin de estudiar las normas de vida, las condiciones de trabajo, así como las actitudes y creencias de la clase obrera francesa a principios de la década de 1880. Un gran número de copias fueron repartidas a los socialistas y a las organizaciones obreras. Los datos acopiados serían utilizados en las siguientes elecciones generales (1880).

c)   En los apuntes de Max Weber para su estudio sobre el campesinado de la Prusia oriental existen indicaciones de que planificó e inició una encuesta sobre las actitudes de los campesinos polacos y alemanes. Asimismo, en su estudio sobre la religión comparativa empleó una tabla formal de cuatro casillas[4] como instrumento para generar hipótesis acerca de la relación existente entre la ética religiosa y las actitudes económicas.

d)   La mayoría de los avances importantes en el desarrollo de la estadística fueron logrados por europeos. La Place y Condorcet eran franceses; la familia Bernoulli era suiza; Bayes, Galton, Pearson y Fisher, ingleses; Pareto, italiano, y Markov, ruso.

e)    El primer teórico de la elección pública fue un escocés llamado Duncan Black (1958).

María de los Ángeles Fernández Ramil, una politóloga nacida en el país de Michelle Bachelet, refiere: “Europa tenía su propia tradición de conductismo, que se desarrolló independientemente y, en muchos casos, antes que en Estados Unidos, (Tingsten publicó Political Behavior en 1937, en Suecia)”[5].

Vallés y Newton mencionan “el hecho de que ya había una tradición de estudios electorales conductistas en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial (Siegfried, 1930) con Duverger (1951, 1976), en Francia”[6].

El cientista político español José Ignacio Torreblanca recuerda que “antes que los politólogos estadounidenses, un reducido número de estudiosos europeos había comenzado a observar la política desde presupuestos que conferían cierta autonomía a la política y, también, al comportamiento político de los individuos”.

“Tanto el clásico estudio de Robert Michels (Los partidos políticos, 1911) acerca de la centralización del poder dentro de los partidos políticos de masas, como los estudios de Wilfredo Pareto (Tratado de sociología general, 1916) o Gaetano Mosca (Elementos de ciencia política, 1898) abrieron la vía para la consolidación de la corriente elitista o la teoría de las elites, de acuerdo con la cual en todas las sociedades cabía identificar una clase dirigente (elite), que concentraba el poder político y económico”[7].

Por su parte, Richard Rose sostiene: “Los fundadores de la ciencia política americana –Woodrow Wilson, Frank Goodnow, Charles Merriam– obtuvieron sus licenciaturas o hicieron estudios de doctorado en universidades europeas, principalmente en las alemanas”[8].

El expresidente de la APSA (1965-66) asegura que “el aprendizaje, la cultura y la destreza profesional estaban concentrados en el Viejo Mundo… En el período anterior a la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los académicos americanos aún se veían a sí mismos como provincianos”.

“En los años de entreguerras, y en un centro tan innovador como la Universidad de Chicago, Merriam urgió todavía a sus estudiantes más prometedores a que pasaran un año de posgrado en Europa y les proporcionaba ayuda financiera para ello”[9].

Robert Dahl, científico de la política, cuenta que “la llegada a Estados Unidos en la década de 1930 de un número considerable de estudiantes europeos, particularmente refugiados alemanes, trajo consigo un sentido sociológico de la política que reflejaba marcadamente la influencia específica de Max Weber y del ideario sociológico europeo en general”.

“La CP americana ha estado siempre bajo la influencia de Europa”[10], considera Dahl.


Para Dahl la ciencia política americana ha estado siempre bajo la influencia de Europa.

Asimismo, “las conquistas del nazismo y el fascismo y la devastación de la Segunda Guerra Mundial interrumpieron la vida universitaria en la Europa continental durante casi una década”.

“Buena parte de la ciencia social alemana se trasplantaría efectivamente a Estados Unidos, donde contribuyó al esfuerzo de guerra americano y enriqueció la investigación y la docencia americana en sociología, psicología y ciencia política”.

“Había todo un claustro de exiliados en la Nueva Escuela de Ciencia Social de Nueva York, y apenas había alguna universidad importante sin uno o más catedráticos desterrados en sus profesorados de ciencia social”.

“Académicos como Paul Lazarsfeld, Kurt Lewin, Wolfgang Kohler, Hans Speier, Karl Deutsch, Hans Morgenthau, Leo Lowenthal, Leo Strauss, Franz Neumann, Henry Ehrmann, Otto Kircheimer, Herbert Marcuse, Marie Jahoda, Erich Fromm, Franz Alexander, Hannah Arendt, hicieron importantes contribuciones a la revolución conductista en Estados Unidos, así como a las distintas tendencias que la atacaron”.

El advenimiento del nazismo, a partir de 1933, introdujo un paréntesis en el crecimiento de la ciencia política.Karl Deutsch y numerosos científicos sociales se vieron obligados a emigrar, especialmente hacia Estados Unidos en donde contribuyeron significativamente al desarrollo de la ciencia política norteamericana. 

“Por consiguiente, la CP que se importó en Europa tras la Segunda Guerra Mundial era en parte el producto de una raíz de ciencia política que originariamente provenía de Europa”[11], asevera el profesor Almond.

El autor de Una disciplina segmentada. Escuelas y corrientes en las ciencias políticas explica: “Tan larga serie de nombres indica claramente que dicha corriente migratoria trajo consigo las diversas polémicas entonces existentes en el área de las ciencias sociales”[12].

Vale la pena precisar que este acontecimiento de la emigración de importantes académicos europeos hacia Estados Unidos ha sido destacado por varios politólogos europeos.

Según el cientista político alemán Dieter Nohlen “la emigración a Estados Unidos de muchos científicos europeos –sobre todo alemanes– dio un gran impulso para un mayor desarrollo de la disciplina en norteamericana que, desde entonces, pasa a dominar la ciencia política a nivel mundial”[13].

Gianfranco Pasquino, politólogo nacido en el país de Luciano Pavarotti, afirma: “El fascismo y el nazismo aplastaron cualquier reflexión política específica, y retrocedieron por decenios, en sus contextos respectivos, a todas las ciencias sociales. Mientras que la gran diáspora de estudios alemanes dio un nuevo vigor a las ciencias sociales estadounidenses, naturalmente”[14].

Más bien “lo que sí fue propiamente estadounidense fue la mejora, y la aplicación, de métodos cuantitativos en la investigación por encuestas, el análisis de contenidos, el análisis estadístico agregado, la elaboración de modelos matemáticos y otros procedimientos similares, así como la comprobación empírica de hipótesis psicológicas y sociológicas formuladas en su mayor parte en la bibliografía europea sobre ciencias sociales”[15], precisa el coautor de Política comparada: una concepción evolutiva[16].

Gabito Almond, un capricornio cosecha 1911, subraya que “la opinión de que el enfoque analítico cuantitativo en las ciencias sociales fue una aportación estadounidense no resiste el escrutinio histórico”[17].

Cabe resaltar que la convicción de que la política puede ser estudiada científicamente nació primero en Europa, luego en Estados Unidos.

No obstante, la cultura americana se caracteriza por el pragmatismo, el realismo y la confianza en la ciencia. Esto generó las predisposiciones y las condiciones para que en Estados Unidos se estudiara la política desde los cánones científicos.

Por lo expuesto, la CP europea fue la maestra de la CP norteamericana.

Tras la Segunda Guerra Mundial (SGM)

“La CP estadounidense ha experimentado un impresionante desarrollo en el siglo XX, particularmente luego de la SGM. Hay que considerar que las corrientes teórico-metodológicas que más reflexión y polémica han suscitado dentro de la disciplina en la segunda mitad del siglo se han originado precisamente en Estados Unidos”.

Pues bien, “el conductismo, la teoría de los sistemas, la elección racional y el nuevo institucionalismo pueden considerarse los paradigmas teóricos en torno a los cuales han girado la reflexión e investigación no sólo de los politólogos estadounidenses, sino de los de muchas otras partes del mundo, en donde si bien no han sido aceptados de manera incondicional, de un modo u otro han estado presentes en la atención de los especialistas”[18].

En efecto, en la tierra del “Tío Sam” apareció y se consolidó en los años cuarenta y cincuenta el enfoque de investigación conductista, que “supuso la primera aplicación del método científico al estudio de la política. De ahí que el conductismo puede ser considerado como la primera revolución científica en la ciencia política” [19].

Así mismo, en este país también se produjo la segunda revolución de la disciplina en las décadas de los sesenta y setenta, gracias a los aportes del “enfoque económico de los fenómenos políticos, descrito genéricamente como la teoría de la elección racional, teoría económica de la política o teoría política positiva”[20].  

Si bien es cierto que los seguidores del behaviorismo y de la teoría de la elección racional (TER) coinciden en su vocación científica, también es cierto que difieren en los criterios y métodos para realizar investigaciones científicas.

Los afiliados del conductismo y de la teoría económica de la política comparten el rechazo al viejo formalismo jurídico. Pero el punto de  discrepancia entre ellos es que para los adeptos de la TER el proceso político es tratado como una racionalización de los intereses individuales de todos los participantes, desde los ciudadanos de a pie hasta los más altos líderes políticos.

Luego de varias décadas de concentración en los individuos y de olvido de las instituciones, los politólogos volvieron su mirada hacia aquéllas.

“En 1985, un influyente libro de Theda Skocpol y otros anunciaba la vuelta de los estudios sobre el Estado; ello ocurrió en la ciencia política de Estados Unidos, con el desarrollo de la escuela del nuevo institucionalismo”[21].

Cuatro años más tarde, Olsen y Marsh publicaron el texto El redescubrimiento de las instituciones, en que señalan “el planteamiento central de esta nueva corriente, en la cual el análisis político debía prestar mayor atención a las instituciones políticas, ya que éstas tenían la capacidad de ejercer una fuerte influencia en la sociedad y los individuos a la hora de determinar comportamientos, actitudes y preferencias”.

“A diferencia del conductismo y de la TER, dejaba a un lado el individualismo metodológico para encauzar sus esfuerzos mediante un nuevo enfoque institucional, que se conectaba ciertamente con el institucionalismo que se había practicado en el siglo XX, pero que asumía calificativo de nuevo en tanto que pretendía ampliar sus fuentes de información, análisis y percepción de la realidad política, así como ajustarse a una serie de criterios metodológicos más estrictos”[22].

Coincido con Roberto García con el siguiente argumento: “Es difícil decir si el nuevo institucionalismo ha desplazado al conductismo y a la TER como enfoque metodológico hegemónico. Sin duda constituye un punto de referencia fundamental en el panorama teórico y metodológico contemporáneo”[23].

De esta manera, el nuevo institucionalismo, es otro enfoque de investigación que se suma al conductismo y a la teoría de la elección racional.

La ciencia política estadounidense ha experimentado un impresionante desarrollo en el siglo XX, particularmente luego de la Segunda Guerra Mundial.
La diversidad de enfoques ha generado dos lados de una misma moneda: cara y sello. Por un lado cara (fortaleza), porque se enriquece la disciplina con otra perspectiva más; y por otro lado sello (debilidad), ya que complica el terreno metodológico de la CP.

Como puntualiza el profesor Espinoza: “La diversidad de orientaciones teóricas que existen dentro de la ciencia política crea la idea y la confusión de que hablamos de diferentes disciplinas que tratan sobre la política, pues cada enfoque o corriente metodológica maneja un lenguaje heterogéneo, utiliza métodos y técnicas distintas y hasta concibe un objeto de estudio acorde con la visión del enfoque”[24].

Regresando al Viejo Continente, en las primeras décadas luego de la SGM, “cuando se renovaba la planta física de Europa y se volvían a levantar sus instituciones y a dotarlas de personal, lo novedoso en las ciencias sociales era mayoritariamente de origen americano”.

“La ruptura con el legalismo y con el enfoque histórico en el estudio de las instituciones de gobierno, los partidos políticos y las elecciones, los grupos de interés, la opinión y la comunicación política se había llevado a cabo en las universidades y los centros de investigación americanos”.

“Junto al Plan Marshall para la destrozada economía europea, los académicos americanos se convirtieron, con el respaldo de algunas fundaciones filantrópicas americanas, en misioneros que renovaron la academia europea y difundieron los enfoques empíricos y cuantitativos americanos”.

“Jóvenes académicos europeos, ayudados por becas de la fundación Rockefeller o de otras fundaciones, vinieron por docenas a las universidades americanas. Algunos programas de investigación radicados en América –Social Science Research Council de política comparada, los estudios electorales de la Universidad de Michigan, los estudios de Inglehart sobre valores políticos– buscaron colaboradores europeos, los formaron y, con frecuencia, los financiaron”[25].

Como Fernández Ramil destaca: “Cuando la enseñanza y la investigación fueron restablecidas, se desarrollaron mecanismos de intercambio y proyectos conjuntos que imprimieron un sello americano a la academia europea”.

“Más que un impacto concentrado en preguntas, objetos de estudio y métodos de enfoque conductista, la influencia se focalizó en un conjunto de consecuencias en materia de organización, y de  estatus para la profesión, tal como lo señalan autores como Berndtson 1991, Newton y Vallés 1991, Frognier 2002”[26].

Una disciplina ecléctica: ciencia política hoy 

Si hay un alcance aceptado en el estudio de la disciplina hoy en día  es lo que mejor se conoce como ecléctico. “Significa que la ciencia política usa una variedad de teorías y métodos, incluso toma prestadas perspectivas de varios alcances y disciplinas con el propósito de sostener sus estudios”[27]

Es decir, actualmente la ciencia política está caracterizada por una pluralidad de enfoques teóricos y metodológicos que se nutren de los diferentes campos de investigación que existen en la disciplina.   
                           
En la variedad está el gusto. “Los politólogos utilizan perspectivas tanto humanísticas como científicas, así como una variedad de herramientas y enfoques metodológicos para examinar estructuras, procesos y resultados de la política de todos los países y las regiones del mundo”[28].

La ciencia política se caracteriza por una pluralidad de enfoques teóricos y metodológicos.
Pasquino dice: “La disciplina en general y la ciencia política en los distintos países en que más se practica dan hoy una impresión global de pluralismo de enfoques, técnicas y métodos, de variedades y de temas e incluso de confusión de resultados”.

“Debido a que está bastante consolidada, como nunca lo estuvo en su historia, la disciplina ya no está unificada ni es unificable bajo la égida de una interpretación, de una única teorización, de líneas uniformes de investigación”[29].

El investigador Almond enfatiza que en la disciplina se observa un “pluralismo en el método y en el enfoque, pero que es ecléctico y sinérgico en lugar de aislacionista”[30].

Esta visión ecléctica es compartida por politólogos que aceptan como criterio de investigación académica la búsqueda de la objetividad basada en las reglas de la evidencia y la inferencia.

No todo lo que brilla es oro

Un hito importante en la ciencia política norteamericana fue el envío de un correo electrónico anónimo el 17 de octubre de 2000, titulado Acerca de la irrelevancia de la APSA y la APSR para el estudio de la ciencia política[31], a los editores de la Revista Americana de Ciencia Política, en el que se cuestionaba la hegemonía de una metodología de investigación dura (modelos estadísticos y formales) dentro de la disciplina y, en particular, dentro de la Asociación Americana de Ciencia Política. Este correo dio pie a lo que se conocería como el Movimiento Perestroika.

“Entre quienes terminaron identificándose mucho más con este movimiento es posible encontrar una serie de cuestionamientos mucho más específicos en relación con lo que estaba siendo el derrotero metodológico de la ciencia política, por lo menos hasta comienzos del siglo XXI”.

“Por ejemplo: que el énfasis en técnicas y estrategias cuantitativas no refleja la diversidad y la pluralidad existentes en nuestra disciplina (la investigación y el análisis cualitativo, y en particular los estudios de casos).

Incluso, “los participantes del Movimiento Perestroika sostenían que, con demasiada frecuencia, la investigación empírica de tipo cuantitativo se dedicaba a temas triviales y que, por lo tanto, la ciencia política se estaba aislando demasiado de otras disciplinas y volviéndose poco relevante”[32]

El Movimiento Perestroika era un grupo de politólogos anónimos que manifestaron su malestar con el paradigma dominante en la Asociación Americana de Ciencia Política, que brindaba un exceso de atención al método cuantitativo y a las técnicas estadísticas.  

Las principales objeciones que planteaba el Movimiento Perestroika, eran[33]:

ü ¿Por qué existían politólogos tan importantes e ignorados dentro de la Asociación Americana de Ciencia Política?
ü   ¿Por qué muchos de los politólogos que hacen política comparada ignoran las revistas oficiales de la Asociación Americana de Ciencia Política, o sea la American Political Science Review y PS: Political Science and Politics?
ü   ¿Por qué siempre una camarilla de personas domina la Asociación Americana de Ciencia Política, haciéndola no democrática ni meritocrática, y claramente sesgada?
ü  ¿Por qué dominan a la Asociación Americana de Ciencia Política personas que han fallado en sus objetivos académicos.Ejemplo: predecir cuándo se tienen importantes aportes cualitativistas?
ü  ¿Por qué la gran mayoría de presidentes de la Asociación Americana de Ciencia Política sólo son blancos y varones? ¿Dónde quedaba la diversidad?
ü  ¿Por qué todos los artículos de la Asociación Americana de Ciencia Política son aquellos que tienen métodos cuantitativos y técnicas estadísticas, con sólo un artículo simbólico en teoría política o temas cualitativos? ¿Dónde quedan expresadas las demás corrientes y los enfoques metodológicos?

Sin lugar a dudas, el Movimiento Perestroika ha dejado huella y ha marcado un antes y después no sólo en la ciencia política norteamericana, sino también en la ciencia política contemporánea.

Posteriormente, muchos reputados científicos políticos se adhirieron al  Movimiento Perestroika, “dándole así legitimidad y haciendo que el movimiento trascendiera más. Entre los destacados figuran: Scott Mainwaring, Gerardo Munck, Theda Skocpol, Ian Shapiro, James Scott, John Elster y Charles Tilly, cuyos aportes a la disciplina y sus respectivas calidades académicas son innegables”[34].

Theda Skocpol y otros reputados científicos políticos se adhirieron al  Movimiento Perestroika, dándole así legitimidad y haciendo que el movimiento trascendiera más. 
En 2004, la Revista Política y Gobierno dedicó una sección con el propósito de discutir críticamente los avances y aportes de la disciplina, Para ello, esta revista seleccionó a tres líderes de la profesión: Giovanni Sartori, Josep M. Colomer y David Laitin.

Sartori sostiene: La ciencia política estadounidense no va a ningún lado. Es un gigante que sigue creciendo y tiene los pies de barro.
Sartori, un piscis cosecha 1924, nacido en Florencia, “inicia el debate con un análisis retrospectivo de los orígenes y las aspiraciones de la ciencia política contemporánea, de la cual él mismo fue un precursor, para concluir lamentando el rumbo que, a su juicio, ha tomado esta disciplina en los últimos años”[35].

Para él se ha “impuesto un modelo americano de ciencia política, que privilegia el método sobre la relevancia de la investigación y la cuantificación sobre la lógica”[36].

A la pregunta de ¿hacia dónde va la ciencia política?, el prestigioso científico político responde: “La ciencia política estadounidense no va a ningún lado. Es un gigante que sigue creciendo y tiene los pies de barro… La alternativa con la que él está de acuerdo es resistir a la cuantificación de la disciplina. En pocas palabras: pensar antes de contar, y, también, usar la lógica al pensar”[37].

Por tanto, el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2005 se resiste a la avalancha numérica. Inclusive sugiere dos actividades: primero pensar con lógica; segundo pensar, luego cuantificar.

A su turno, el cientista político español Josep M. Colomer comenta sobre las reflexiones del profesor Sartori.

Para Colomer el progreso de la ciencia requiere de algo más.Cabe distinguir por lo menos cuatro niveles en el conocimiento: definiciones y clasificaciones, mediciones cuantitativas, hipótesis causales y teoría explicativa.
Considero seis aspectos significativos del comentario de Colomer al trabajo del politólogo florentino.

En primer lugar, el científico político catalán coincide con Sartori al considerar a la economía como el modelo a seguir por la disciplina, “pues no hay mucho más para escoger en las ciencias sociales”[38].

En segundo lugar, el autor de Instituciones políticas manifiesta que el reputado académico italiano “tiene razón en indicar que la ciencia política ha desarrollo relativamente poca investigación aplicada”[39].

En tercer lugar, el docente universitario Colomer reconoce el esfuerzo de los fundadores de la ciencia política. Pero, como todos los fundadores, ellos establecieron sólo algunos fundamentos de la disciplina, cuyo propio desarrollo requiere el ir mucho más allá.

En cuarto lugar, el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Barcelona recalca que la principal ocupación de Sartori “fue establecer unas cuantas definiciones altamente relevantes para desarrollar el análisis. Añadió algunas clasificaciones… que desbrozaron inicialmente el camino para empezar a recopilar y ordenar información”[40].


Sin embargo, el progreso de la ciencia requiere de algo más. Por decirlo con un esquema sencillo, cabe distinguir por lo menos cuatro niveles en el conocimiento de cualquier objeto: definiciones y clasificaciones, mediciones cuantitativas, hipótesis causales y teoría explicativa”[41].

Los niveles en el conocimiento son los pasos en una escalera. La escalera de Colomer. Una serie de peldaños que sirven para el progreso de la disciplina.

Los fundadores se movieron en el escalón de arranque, o sea en el  primer peldaño de una escalera, el de las definiciones. Lo que le sorprende a Sartori es que luego la disciplina se haya desarrollado en el segundo escalón, el de las mediciones cuantitativas.

“El viejo sabio, como él mismo se califica, tiene toda la razón en notar que en demasiadas ocasiones la medición sustituye a las definiciones, lo cual la hace inútil y, a veces, contraproducente”.
  
“Es imposible no compartir su sentimiento de fastidio ante tantos ejercicios estadísticos que únicamente pretenden modificar alguna de las variables de un modelo de regresión previamente elaborado por otros autores, o darle una vuelta más a los mismos datos, sin siquiera definir bien de qué estamos hablando ni tener en cuenta la hipótesis o la teoría que podría sustentar el ejercicio ni la relevancia aplicada de la cuestión”[42], agrega Colomer.

Ahora bien, el catedrático español aclara: “Quizá sea esto un costo hasta cierto punto inevitable, derivado de la expansión de la información disponible, pues también los económetras han caído muchas veces en lo mismo…, creo que el mal ha afectado y afecta también a ciencias aún más modélicas como la física o la biología experimental”[43].

En esa línea, para el miembro fundador de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración a la politología existente le falta aún mucho para llegar a ser una ciencia en el sentido más completo de la palabra, de manera que incluya los cuatros escalones.

Quinto lugar: “Sartori falla estrepitosamente en el tiro cuando apunta hacia la ciencia política estadounidense como enemigo por batir. Según cálculos ajustados, cerca del 80 por ciento de los profesores de ciencia política del mundo enseña e investiga en universidades e instituciones con sede en Estados Unidos (aunque un número relativamente alto proceda de otras latitudes). Aislarse de ello sólo nos llevaría a producir alguna curiosidad parroquial”[44], remarca el español.
  
Finalmente con respecto a “la alternativa de Sartori es oponer resistencia a la cuantificación. Si al menos hubiera formulado el deseo de que la cuantificación se base en definiciones y clasificaciones claras y precisas, estaríamos de acuerdo”[45]. Con ello se pasaría del  escalón 1 al  2.    
             
La alternativa que Colomer decanta es “pasar del nivel 1 al 2 (lo cual requiere apoyarse en el primero), pero también al 3 y 4.En otras palabras, seguir en serio el modelo de la economía y, en general, de toda la ciencia, con el objetivo de llegar a tener una teoría explicativa, la cual sea capaz también de sustentar la investigación aplicada”.

“De este modo haremos progresar no sólo el conocimiento de la política, sino los resultados de la acción política misma, en interés de la máxima satisfacción del mayor número de ciudadanos”[46].

Por su parte, Laitin “presenta una lista de los avances que ha tenido la ciencia política en áreas tan dispares como la teoría de la justicia, los modelos formales de votación, los estudios comparados sobre democracia y desarrollo, y los orígenes del orden político”.

Él expresa que dada la variada nacionalidad de los colaboradores en estas áreas, ninguno de los avances mencionados puede considerarse patrimonio de una ciencia política americana[47].  

Laitin dice: La lista de los avances que ha tenido la ciencia política en áreas tan dispares, no es patrimonio de una ciencia política americana.
Lo sucedido en Estados Unidos con el Movimiento Perestroika en 2000 y el debate entre los tres renombrados científicos políticos en  2004 demuestra las intensas polémicas que se han vivido en el interior de la disciplina dentro y fuera de Estados Unidos.         
      
Giovanni Sartori es ante todo un italiano universal y uno de los inmortales de la ciencia política. Josep Colomer también. Ambos politólogos han contribuido con sus investigaciones al carácter científico de la disciplina.

Hay heridas que no cierran. Es el caso de las aproximaciones metodológicas de investigación empírica, que tampoco han estado al margen de estas tensiones.

Por ejemplo: “Los cualitativistas y los cuantitativistas se han enzarzado en acalorados debates sobre qué forma de análisis es superior.Los científicos políticos de orientación cuantitativa aprecian la precisión y la exactitud del rigor estadístico; suelen acusar a los investigadores de orientación cualitativa de vaguedad e imprecisión”.

“Estos últimos, por su parte, tienden a acusar a los colegas que se aferran a los números de ignorar en política todo lo que no se puede reducir a simples datos estadísticos. En consecuencia sostienen que los cuantitativistas no aprecian la realidad política en toda su complejidad”[48].

De posiciones extremas a posiciones moderadas

En la actualidad, “un considerable número de politólogos reconoce que el enfoque cualitativo y el cuantitativo son complementarios, y que la elección depende, en última instancia, de la naturaleza del problema que se esté estudiando”.

“Unos temas se prestan especialmente al análisis cuantitativo                                 (el comportamiento electoral o la opinión pública), mientras que otros son menos adecuados para la aplicación de métodos estadísticos. En muchos casos ambos pueden ir juntos. Y lo que es más importante aún, ambos enfoques utilizan el análisis científico y deben observar las mismas reglas fundamentales de la lógica científica”[49].

Es importante subrayar que el método es una herramienta para la obtención de un conocimiento. El método es un medio para la obtención de un fin.

En este sentido, Brady, Collier y Seawright “sugieren tener en cuenta cuatro dimensiones básicas: el nivel de medición de las variables, el número de casos u observaciones, el uso de pruebas estadísticas o el uso de un estilo narrativo y el nivel de profundidad del análisis”[50],para diferenciar los métodos cuantitativos y cualitativos.

Las encuestas y la estadística, así como las escalas de medición y el manejo de muchos casos están relacionados con los métodos cuantitativos; mientras que el manejo de pocos casos, las narrativas y la hermenéutica y la descripción densa de cada caso estudiado están vinculados a los métodos cualitativos.

Para Arturo Maldonado[51] “la aproximación cualitativa está asociada a la generación de nuevas hipótesis y nuevos caminos teóricos a ser explorados, en tanto que los métodos cuantitativos privilegian la prueba de estas hipótesis y teorías propuestas”.

“Es significativo notar que muchos trabajos cualitativos han sido fundacionales por las hipótesis que proponían y no por el número de casos utilizados. Sin embargo, para validar estas suposiciones empíricamente es necesario pasar a estudios con un N mayor que permita aplicar pruebas estadísticas. En este sentido, se puede encontrar complementariedad entre ambos métodos”[52].

Como apunta Mahoney y Terrie, “el análisis comparativo histórico es complementario con el análisis estadístico, porque trata acerca de causas de efectos más que efectos de causas. Es decir, el análisis cuantitativo se enfocaría en las relaciones causales (el efecto de x en y); mientras que el análisis cualitativo, en encontrar las causas de un fenómeno (dado y cuáles son las x)”[53].

Anota Maldonado: “Hay que añadir que estas dos aproximaciones no son incompatibles y que más bien el debate entre las ventajas y desventajas de cada tradición ha dado paso a uno acerca de cómo integrarlas, cómo tener lo mejor de ambos mundos en una investigación”.

“Coppedge propuso, en 2007, una división del trabajo académico, donde los investigadores cuantitativos se hagan cargo de la gran varianza y los cualitativos, de los casos extremos o diferentes”[54].

En esta misma dirección, Charles Ragin añade que “tanto las metodologías cuantitativas como las metodologías cualitativas son igualmente útiles para comprobar, refinar y hacer progresar a las teorías”[55].

En 2004, dos big names de la disciplina, David Collier y Henry Brady                      –el primero representa al método cualitativo y el segundo, al método cuantitativo–, publicaron un libro llamado Repensando la investigación social: herramientas diversas, estándares compartidos. Dicho trabajo es considerado como un valioso aporte de esta perspectiva de comunicar metodologías y enfoques. Un diálogo deliberativo entre las partes.

“En vez de debilitarse entre ellos buscan fortalecer sus respectivos campos de análisis y abrir un espacio de coincidencias, sin que esto atente contra la naturaleza de sus objetos de estudio respectivos”[56].
  
“Estas dos aproximaciones pueden integrarse en una sola investigación. Un ejemplo de este tipo de triangulación de métodos es el trabajo de Robert Putnam (1994), Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy, en el que se combina información cuantitativa con histórica para analizar por qué algunas nuevas instituciones son exitosas y otras fracasan, tomando como variable explicativa clave el capital social”.

“A pesar de las ventajas de la triangulación de métodos, esta aproximación está lejos de ser el estándar de la investigación en ciencia política en la actualidad, debido, entre otros factores, a que es muy costoso en tiempo y dinero seguir una agenda de investigación de este tipo”[57], informa Maldonado.  

¿Qué une a los politólogos?

Tobin Grant, un científico de la política nacido en el país de John F. Kennedy, publicó un importante trabajo[58] en el que llega a la siguiente conclusión: “Los cientistas políticos pueden estudiar varios temas, pero el enlace entre ellos no es una metodología común, sino una conexión con el fenómeno político estudiado. La metodología es importante, aunque es una dimensión secundaria”[59].

“Los politólogos tenemos más en común con los investigadores interesados en el mismo tipo de fenómenos políticos, que con aquellos que comparten nuestra epistemología, por lo que la división duro-blando en ciencia política es real e importante. Sin embargo, no es dominante”[60], finaliza Grant.

Para Grant la metodología es importante, aunque es una dimensión secundaria.                     No es dominante.
Por ello, la ciencia política sigue siendo una disciplina de conocimiento joven. Muestra de ello son “los métodos de investigación en politología  que están en proceso de consolidación”[61].  

El quid del asunto es “darle el lugar correspondiente a una ciencia política empírica, sin desmerecer la tradición cualitativa, y así institucionalizar una comunidad académica más solida, responder a las preguntas que nos plantea nuestra realidad política e insertarnos en la ciencia política moderna, que, con sus pros y contras, está dominada por los métodos cuantitativos, los modelos formales y las técnicas experimentales”[62], resalta Maldonado.  

Ojo, el ariano Pasquino nos recomienda “que hay que ser más sistemáticos, menos normativos, más atentos en la construcción de hipótesis y en la formulación de generalizaciones. Todo esto puede no ser suficiente, pero sin ello no existe ciencia de la política”[63].

Pasquino indica: hay que ser más sistemáticos y menos normativos, puede no ser suficiente, pero sin ello no existe ciencia de la política.
Un investigador de acuerdo con un tema decidirá un enfoque de investigación. Un investigador de acuerdo con un problema escogerá un método. Un investigador de acuerdo con una hipótesis de trabajo elegirá una técnica que le permitirá alcanzar los objetivos trazados en su indagación. 

Conclusiones

Se puede observar que en Europa primero y después en Estados Unidos existió un interés por estudiar científicamente a los fenómenos políticos. Rigor científico del análisis político. De pasar del arte de la política a la ciencia de la política. Esto es, pasar del sentido amplio al sentido estricto de la disciplina.

La CP europea fue la maestra de la CP norteamericana.La CP norteamericana continuó con la CP europea. No obstante, entre otros hechos, la Segunda Guerra Mundial como variable exógena motivó que renombrados académicos europeos viajaran a Estados Unidos. Ellos contribuyeron a las ciencias sociales estadounidenses. Entre ellas la politología.

Finalizada la SGM, la CP estadounidense experimentó un desarrollo. Pues las corrientes teórico-metodológicas que más reflexión y debates han suscitado dentro de la disciplina se han originado en Estados Unidos, a partir de la segunda mitad del siglo XX.

En las primeras décadas tras la SGM, las universidades europeas se levantaron, lo nuevo era que las ciencias sociales tenían mayoritariamente influencia americana. Por ello, se observa un sello americano en la académica europea, especialmente en temas de organización y profesionalización de la disciplina.

Hoy día para la mayoría de los científicos políticos (no por unanimidad) es aceptada la ciencia política como una disciplina ecléctica.

La CP utiliza una pluralidad de enfoques teóricos y temáticos.La CP utiliza una pluralidad de herramientas metodológicas para estudiar la realidad política.

Por tanto, desde una perspectiva ecléctica se considera la búsqueda de la objetividad con base en las reglas de la evidencia y la inferencia.

Sin embargo, no todo ha sido color de rosa en la disciplina. Lo sucedido en Estados Unidos de América con el Movimiento Perestroika en 2000 y el debate entre los tres cientistas políticos en 2004 demuestra las polémicas que se han vivido en el interior de la CP dentro y fuera de Estados Unidos.

Las aproximaciones metodológicas tanto cualitativas como cuantitativas no han estado al margen de tensiones. Es más, entre ellas se han producido acalorados debates.

Pero un considerable número de politólogos reconoce que la ciencia política cuantitativa puede ser complementaria con la ciencia política cualitativa, como se observa en los trabajos de Putnan, y Collier y Brady.

Pese a las ventajas de estos métodos todavía no son un estándar en la investigación, ya que resultan costosos en tiempo y dinero.
Si bien es cierto que la ciencia política es una disciplina joven, también es cierto que hay avances a resaltar como la conquista de la politología de lograr su autonomía frente a otras disciplinas.
Es apropiado mencionar la conclusión de Tobin Grant, quien destaca  que el enlace entre los científicos políticos no es una metodología común, sino una conexión con el fenómeno político estudiado.La metodología es importante pero es una dimensión secundaria.

Los vínculos comunes entre los politólogos no están es función de la epistemología que comparten, sino en el interés por estudiar el mismo tipo de fenómeno político.

La CP es aún una disciplina joven en comparación con la economía y la física, aunque hay avances importantes a resaltar como la conquista de la politología de lograr su autonomía frente a otras disciplinas.

Ello gracias a “la investigación dentro de la disciplina que se ha solidificado en un conjunto de programas bien definidos que ha involucrado a una comunidad internacional de estudiosos”[64], señala Laitin.

Hoy por hoy, “la ciencia política empírica moderna es predominante tanto en las universidades americanas como europeas”[65]Así, pues, politólogo que se respeta no es opinólogo, es científico. Politólogo sin rigurosidad es como Picasso sin colores o un Ferrari sin gasolina.


 Referencias:

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[1]  Gabriel Almond nació el 12 de enero de 1911 en Rock Island, Illinois, Estados Unidos, y falleció el 25 de diciembre de 2002, a los 91 años. Obtuvo sus grados de bachillerato y doctorado en la Universidad de Chicago, el primero en 1932 y el segundo en 1938. Trabajó con Harold Lasswell. Impartió cátedra en el Colegio de Brooklyn, en las universidades de Princeton y Yale, así como en la de Stanford, de la que fue profesor emérito. Igualmente fungió como profesor invitado en las universidades de Tokio en Japón, Cambridge en Inglaterra, Minas Gerais en Brasil, y en la Universidad Estatal de Kiev, en la antigua URSS. También fue presidente de la Asociación Americana de Ciencia Política - APSA (1965-66). En 1981 recibió el Premio James Madison de la APSA.
[2] Almond, G. (1999) Una disciplina segmentada. Escuelas y corrientes en las ciencias políticas, (p. 57).
[3] Ídem.
[4] Mundanidad, desprendimiento, ascetismo y misticismo.
[5] Fernández, M. (2005) La ciencia política en el diván: la introspección disciplinar, (p. 15).
[6] Almond, G. Ciencia política: la historia de la disciplina. En Goodin, R. y Klingemann, H. (2001). Nuevo manual de ciencia política, (p. 118).
[7] Sodaro, M. (2006) Política y ciencia política, (p. 59).
[8] Almond, G. Ciencia política: la historia de la disciplina. En Goodin, R. y Klingemann, H. (2001). Nuevo manual de ciencia política, (pp. 118-119).
[9] Ídem.
[10] Dahl, R. El método conductista en la ciencia política (Epitafio para un monumento erigido a una protesta con éxito). En la Revista de Estudios Políticos. (1964), (p. 87). 
[11] Ídem.
[12] Ídem.
[13] Nohlen, D. (2002) ¿Cómo enseñar ciencia política?, (p. 1).
[14] Pasquino, G. (1993) Manual de ciencia política, (p. 18).
[15] Almond, G. (1999) Una disciplina segmentada. Escuelas y corrientes en las ciencias políticas, (p. 58).
[16] Almond, G. y Powell, B. (1972) Política comparada: una concepción evolutiva.
[17] Ídem.
[18] García, R. (2005) La ciencia política en Estados Unidos: cien años de la Asociación Americana de Ciencia Política, (p. 150).
[19] Torreblanca, J. Sodaro, M. (2006) Política y ciencia política, (p. 58).
[20] Torreblanca, J. Sodaro, M. (2006) Política y ciencia política, (pp. 60-61).
[21] Tanaka, M. El regreso del Estado y los desafíos de la democracia. En Vich V. (2005) El Estado está de vuelta: desigualdad, diversidad y democracia, (p. 92).
[22] García, R. (2005) La ciencia política en Estados Unidos: cien años de la Asociación Americana de Ciencia Política, (p. 163).
[23] Ídem.
[24] Espinoza, A. El problema del objeto de estudio en la ciencia política. En la Revista Avanzada Universidad Nacional Mayor de San Marcos. (2007), (p. 72).
[25] Almond, G. Ciencia política: la historia de la disciplina. En Goodin, R. y Klingemann, H. (2001). Nuevo manual de ciencia política, (pp. 119-120).
[26] Fernández Ramil, M. (2005) La ciencia política en el diván: la introspección disciplinar, (p. 15).
[27] Scott, G. y Garrison, S. (1995). The political science student writers´s manual, (p. 15).
[28] http://www.apsanet.org/content_9181.cfm?navID=727
[29] Pasquino, G. (1988). Manual de ciencia política, (p. 24).
[30] Almond, G. Ciencia política: la historia de la disciplina. En Goodin, R. y Klingemann, H. (2001). Nuevo manual de ciencia política, (p. 136).
[32] Aragón, J. Ciencia política y metodología de investigación: ¿qué tan posible es compartir estándares similares sobre lo que constituye una buena y válida investigación empírica? En Politai, revista de ciencia política, N° 1, Año 1, (2010), (p. 104).
[33] Huamán, A. (2011). La ciencia política posmovimiento Perestroika (o cómo acabar con la búsqueda de un paradigma. Documento inédito, (pp. 2-3).
[34] Huamán, A. (2011). La ciencia política posmovimiento Perestroika (o cómo acabar con la búsqueda de un paradigma. Documento inédito, (p. 3).
[35] Negretto, G. Nota del editor. El rumbo de la ciencia política. En revista Política y Gobierno (2004), (p. 347).
[36] Ídem.
[37] Sartori, G. ¿Hacia dónde va la ciencia política? En revista Política y Gobierno (2004), (p. 354).
[38] Colomer, J. La ciencia política va hacia adelante (por meandros tortuosos). Un comentario a Giovanni Sartori. En revista Política y Gobierno (2004), (p. 355). 
[39] Ídem.
[40] Colomer, J. La ciencia política va hacia adelante (por meandros tortuosos). Un comentario a Giovanni Sartori. En revista Política y Gobierno (2004), (p. 356). 
[41] Ídem.
[42] Colomer, J. La ciencia política va hacia adelante (por meandros tortuosos). Un comentario a Giovanni Sartori. En revista Política y Gobierno (2004), (p. 357). 
[43] Ídem.
[44] Colomer, J. La ciencia política va hacia adelante (por meandros tortuosos). Un comentario a Giovanni Sartori. En revista Política y Gobierno (2004), (p. 359). 
[45] Ídem.
[46] Ídem.
[47] Negretto, G. Nota del editor. El rumbo de la ciencia política. En revista Política y Gobierno (2004), (p. 348).
[48] Sodaro, M. (2006) Política y ciencia política, (p. 43).
[49] Ídem.
[50] Aragón, J. Ciencia política y metodología de investigación: ¿qué tan posible es compartir estándares similares sobre lo que constituye una buena y válida investigación empírica? En Politai revista de ciencia política, N° 1, Año 1, (2010), (pp. 104-105).
[51] Egresado de sociología en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Candidato a doctor en ciencia política por la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos.
[52] Maldonado, A. Metodologías en ciencia política: el debate y los retos en la academia peruana. En Politai revista de ciencia política (2011), N° 2, Año 2, (p. 135).
[53] Ídem.
[54] Ídem.
[55] Aragón, J. Ciencia política y metodología de investigación: ¿qué tan posible es compartir estándares similares sobre lo que constituye una buena y válida investigación empírica? En Politai revista de ciencia política, N° 1, Año 1, (2010), (p. 106).
[56] Huamán, A. (2011). La ciencia política posmovimiento Perestroika (o cómo acabar con la búsqueda de un paradigma. Documento inédita, (p. 7).
[57] Maldonado, A. Metodologías en ciencia política: el debate y los retos en la academia peruana. En Politai revista de ciencia política, (2011), N° 2, Año 2, (pp. 135-136).
[58] Utilizó un escalamiento multidimensional, sobre la  base de datos empíricos sistemáticamente recopilados como el número de afiliados en las sesiones organizadas en la Asociación Americana de Ciencia Política, febrero de 2004, y el número de paneles en la Reunión Anual de Filadelfia en 2003.
[59] Grant, T. ¿Qué nos divide?: la imagen y organización de la ciencia política. En la revista PS: Political Science and Politics, (2005), (p. 381).
[60] Grant, T. What divides us? The image and organization of political science. En la revista PS: Political Science and Politics, (2005), (p. 384).           
[61] Maldonado, A. Metodologías en ciencia política: el debate y los retos en la academia peruana. En Politai revista de ciencia política, (2011), N° 2, Año 2, (p. 138).
[62] Ídem.
[63] Pasquino, G. (1986) Manual de ciencia política, (p. 35).
[64] Laitin, D. ¿Adónde va la ciencia política? Reflexiones sobre la afirmación del profesor Sartori de que “la ciencia política estadounidense no va a ningún lado”. En revista Política y Gobierno, (2004), (p. 361).
[65] Sodaro, M. (2006) Política y ciencia política, (p. 42). 

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