Por Luis F. Popa
En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin. José Martí, héroe de Cuba.
La democracia más que un concepto político es una cosmovisión de la vida. Para los antiguos atenienses era la participación, de los que eran ciudadanos, en la cosa pública. En la democracia de los modernos, nosotros, es la garantía de derechos y deberes para que se desarrolle un buen gobierno, basado en requisitos básicos de un contrato social que prioriza nuestros derechos antes que los deberes. Es la legalidad y legitimidad que se establece entre el gobernante y los gobernados, en donde el primero tiene el título del poder dado por nosotros, los ciudadanos, para tomar decisiones y los segundos tenemos la garantía de que ese gobernante ejerza el poder de acuerdo al imperio de la ley. Pues a decir de Aristóteles el mejor gobierno es el de las leyes y no del buen hombre, pues las pasiones humanas conspiran contra la legitimidad, y al violentarse ésta, surgen los gobiernos autoritarios y totalitarios.
De ahí que el trabajo de inteligencia pueda que este dentro del marco de la legitimidad o no. En Alemania nazi o en la extinta Unión Soviética, el trabajo de inteligencia estaba más allá de salvaguardar los intereses del Estado; su objetivo era preservar la gobernabilidad, entendida la misma en su sentido conservador, es decir, en el orden de la sociedad sin importar los medios y métodos que se utilizarán, casi siempre menoscabando los derechos de sus ciudadanos bajo el criterio de la razón de Estado; pero que en última instancia era resguardar el monolítico poder de la cúpula gobernante.
La KGB (Comité Estatal para la Seguridad del Estado) y sus antecesores la Checa y el NKVD, en aras de la defensa de la clase obrera soviética, la masa, sometía al ciudadano a cualquier control represivo, pues la voluntad general estaba por encima del individuo. Hoy en día, la Cuba castrista, conculca los derechos de sus ciudadanos bajo el paragua del concepto de la seguridad nacional o los que los funcionarios gubernamentales cubanos llaman la “seguridad del Estado”, aplastando los más elementales derechos humanos, como la libertad de expresión, de movimiento y de asociación. Aplican la teoría del linkage, en donde el enemigo externo es el principal adversario, y utilizan a los ciudadanos nativos como títeres, sin entender que los principales enemigos de un gobierno son los propios ciudadanos cuando dicho gobierno vulnera sus derechos, como es el derecho a disentir. Las ideas se combaten en el terreno de las mismas, no se encarcelan. Es en este mismo escenario, que la Venezuela chavista, asesorada por los cubanos formados por la KGB oprimen las libertades públicas a través de los órganos de la seguridad del Estado.
La KGB en aras de la defensa de la clase obrera soviética, la masa, sometía al ciudadano a cualquier control represivo, pues la voluntad general estaba por encima del individuo. |
De este breve análisis, nos corresponde entonces preguntarnos: ¿Cuál es el papel de la Inteligencia dentro de Estado democrático? Primero, garantizar los derechos de los ciudadanos por la vía de la búsqueda y obtención de información de los enemigos de la nación; segundo, preservar el Estado de derecho o el imperio de la ley, que es lo principal, para que tanto simpatizantes y opositores a un gobierno puedan ejercer sus libertades públicas, frente a las pretensiones de los enemigos internos y externos que quieren acabar con ese Estado, que es producto de un contrato social, en donde la alternancia en el poder y la administración del Estado, es lo que fundamenta, que los que hoy son minorías sean respetadas y que mañana puedan ser gobierno.
De aquí surgiría otra pregunta: ¿Cuba y Venezuela hacen lo mismo? No. En estos dos países, bajo el esquema de que se defiende a un Estado popular y proletario, se excluye al resto de las clases y grupos sociales, por lo cual se rompe el contrato originario, y el resto de la población pasa a ser “enemigos” del Estado y marionetas del Imperio. En una democracia, el papel de los servicios de inteligencia tiene la responsabilidad de la defensa de toda la sociedad sin exclusión.
Sin embargo, en el caso de un Estado democrático, el problema reside cuando la comunidad de inteligencia es puesta al servicios de intereses particulares, ya sea de una cúpula o de un autócrata, como fue en el Perú de Fujimori – Montesinos. Como se recordará los instrumentos y la operatividad del antiguo Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) se utilizó con fines netamente particulares y además en donde el chantaje y la manipulación distorsionaron el sentido y espíritu de la labor abnegada y casi nunca reconocida de los servicios de inteligencia.
La compatibilidad de la democracia y la inteligencia se da en la misma medida que se respete la constitución vigente y exista un control por parte del poder legislativo en donde se imponga la transparencia y la rendición de cuentas, obviamente, sin romper el principio básico de la compartimentación como arma de guerra frente al enemigo, la identidad de los agentes, pero sin caer el falso “secretismo” que tanto daño le hace a la democracia. De ahí la labor que debe tener un mandatario como Comandante en Jefe, pues él por su alta investidura deberá por un lado velar por los intereses de la nación y por otro, cuidará dentro del proceso de toma de decisión que la ley no sea quebrada bajo el manto de operaciones encubiertas que lejos de ser parte de la seguridad nacional, se constituyan en intereses de grupos de presión.
Como ejemplo ilustrativo, tenemos las falsas evidencias elaboradas por la administración de W. Bush y las armas de destrucción masiva en Irak; y como mintieron desde la oficina del vicepresidente Dick Cheney. Su jefe de personal Scott Lybby, tomo venganza contra el ex embajador y esposo de la agente encubierta de la CIA Valerie Plame Wilson, ya que éste presentó un informe que desmentía la existencia de armas de destrucción masiva en dicho país, y al ver que la administración Bush seguía mintiendo al país, lo hizo público a través de un artículo periodístico. Esto hecho en los Estados Unidos es considerado delito federal sancionado con penas severas, pues pone en riesgo vidas humanas. El señor Lybby, tuvo que ser despedido, después que se descubrió la autoría de su delito, pero además condenado a prisión, salió gracias a un indulto presidencial de Bush.
Este ejemplo, nos destaca como en democracia los malos manejos y la manipulación de los servicios de inteligencia por políticos malévolos, pueden ser contrarrestados. En un régimen dictatorial no. Cuántos malos manejos y operaciones encubiertas han hecho Castro, Chávez y otros autoritarios, pero continúan ocultas. Cuánto dinero utilizado en fechorías y cuántas vidas segadas.
La inteligencia en democracia, cumple un rol importante, ser los lentes que ayudan a la defensa nacional y el mantenimiento del imperio de la ley.
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